La aprobación del Presupuesto estatal 2026 dejó una lección clara: la protesta sin votos no sirve. Y quien pagó el precio político fue la ex regidora Domitila Lira, una de las voces más visibles del grupo cercano a Gilberto Herrera.

Minutos antes de la votación, Lira participaba en la organización de manifestaciones afuera de la Legislatura, intentando presionar a las y los diputados de Morena. Sin embargo, dentro del Congreso, la realidad fue otra: el bloque morenista cerró filas y aprobó el presupuesto sin fisuras reales.

El caso del diputado Eric Silva fue revelador. Aunque en el exterior alentaba la protesta, en el momento decisivo no tuvo el valor político de votar en contra. Su intento de abstención fue rechazado y su voto quedó asentado a favor, confirmando que la rebelión anunciada nunca existió.

Este escenario dejó a Domitila Lira políticamente expuesta, encabezando una movilización sin sustento legislativo, sin capacidad de negociación y sin resultados concretos. La narrativa combativa se desplomó frente a la disciplina parlamentaria.

Lo ocurrido no solo debilitó al grupo “gilbertista”, sino que evidenció la improvisación de sus liderazgos. En política, la protesta que no se traduce en votos termina siendo solo ruido, y esta vez el costo lo pagó Domitila Lira.