Escuelas de Tiempo Completo: “estudian, aprenden y comen calientito”
Karla Monserrat cursa el segundo grado de primaria. Por ello, se levanta a las 6:40 de la mañana, se baña y se viste mientras su madre, María Verónica Chávez Rubio, la peina. Ya lista, ambas emprenden camino a la primaria República de Colombia, ubicada en la comunidad de Acequia Blanca, en la delegación Santa Rosa Jáuregui, donde ellas viven, para estar ahí a las 8:00 de la mañana.
Verónica no se preocupa por hacerle “lunch” a Karla, pues sabe que en la escuela ella va a desayunar sano y delicioso, además de que a la 1:00 de la tarde comerá fruta en espera de comer más tarde en su casa.
Leticia Cruz Ibarra también lleva a su hija Valeria a la misma primaria. Lo que la menor disfruta más de la escuela son sus clases de educación física, matemáticas y dibujar. Antes de llevarla a la escuela, la alista y tampoco se preocupa por prepararle un refrigerio, pues el desayuno se encuentra garantizado.
Caso similar es el de Nayeli Yáñez Olvera, quien tiene a su hija Juana Guadalupe en la República de Colombia, donde cursa el tercer grado. La niña nunca quiere faltar a la escuela, sobre todo, por la comida.
Y es que la primaria República de Colombia es beneficiaria del programa Escuelas de Tiempo Completo, una política pública que el gobierno federal canceló, pero que el gobierno del estado de Querétaro retomó de inmediato y está impulsando en 363 planteles ubicados en los 18 municipios de la entidad. De hecho, Querétaro es el único estado que mantuvo con recursos propios este modelo que beneficia a casi 30 mil alumnos.
En este plantel ubicado en Santa Rosa Jáuregui, el modelo Escuelas de Tiempo Completo brinda el beneficio de extender las clases de 12:30 a 2:20 de la tarde, y lo combina con el servicio de comedor que en total funciona en 104 escuelas de muy alta marginación.
“Eso nos favorece, pues así podemos trabajar sin ningún problema y nos da tiempo de llegar a recoger a nuestros hijos”, comentó al respecto Verónica. Ella sale de trabajar entre 12:00 y 1:00 de la tarde, por lo que con el horario de salida de las 12:30, en ocasiones debía pedir ayuda a su suegra para recoger a Karla.
A través de este programa, destacó, el estudiantado cuenta con una mejor alimentación y un mayor rendimiento en su aprendizaje, lo que da como resultado niñas y niños sanos, felices y al corriente en la escuela, ya que con la pandemia Karla se atrasó.
Ahora, Karla sabe escribir, sumar, restar y dibujar sin ningún problema: “A ella le gusta leer, con la maestra ha aprendido mucho, todo lo que son sumas, restas, le gusta mucho todo eso y jugar con las amigas. De hecho, nos hicieron una manualidad de una bolsa para el 10 de mayo y ella me la pintó muy bonito”, expresó Verónica.
Subrayó que el programa de comedores apoya en la economía familiar, ya que, refirió, un desayuno representa un gasto de aproximadamente 40 pesos al día y tan sólo una manzana, fruta favorita de Karla, puede llegar a costar hasta 18 pesos, esto tomando en cuenta que también tiene una hija de dos meses y otra de 12 años de edad, la cual ya cursa la secundaria.
Leticia, por su parte, comenta que gracias al programa ahorra tiempo por la mañana, previo a llevar a su hija Valeria a la escuela al no tener que preparar su “lunch”.
“El tiempo completo nos beneficia porque nos vamos a trabajar y regresamos por ellos a la hora que salen. Además, ya no tenemos que echarle la torta o el sandwich… ya nada más les damos algo ligerito, pues ya sabemos que les van a dar su comida y no nos preocupamos de eso”, afirmó.
Para Leticia ir por Valeria a las 12:30 de la tarde era complicado debido a su horario de trabajo, motivo por el cual la menor debía irse sola a su casa y ahí esperar a su mamá. Ahora su horario se empata y Leticia puede ir por su hija, mientras que ésta puede aprovechar el tiempo para estudiar más.
Nayeli, en tanto, subrayó que cuando tenía que hacer el lunch para su hija se sentía más presionada para salir rumbo a la escuela. Es decir, el programa de Escuelas de Tiempo Completo le genera mayor tranquilidad, no sólo antes de dejar a Guadalupe a sus clases, sino también para realizar las labores de su casa.
Su esposo, en cambio, trabaja en una fábrica y, en ocasiones, debe trabajar en el turno nocturno. Ahora, él puede descansar en lo que su hija está en la escuela, sabiendo que está recibiendo la atención que requiere.
“Cuando no existía el programa de comedores uno les ponía su lunch en casa y uno no sabía si se lo comían frío, tibio o cómo se lo comían, pero ahora comen calentito y comen lo que comúnmente se les da en casa”, apuntó.
-Con información de La Lupa
Escuelas de Tiempo Completo: “estudian, aprenden y comen calientito”